Sexo Sexo - 

La rebelión lusa que acabó con el tabú de la sexualidad

La rebelión de las "madres de Braganza" contra los clubes de alterne vuelve a la actualidad en un libro que analiza cómo la sexualidad y la prostitución dejaron de ser tabú en Portugal gracias a la protesta de las esposas de una pequeña localidad del norte del país.

El movimiento surgió hace trece años en la tranquila Braganza, junto a la frontera con la española de Zamora, coincidiendo con una una repentina proliferación de clubes de alterne.

Un grupo de mujeres cansadas de que sus maridos gastasen el sueldo en esos establecimientos inició entonces una protesta que acaparó el debate público durante semanas y llegó a ser portada de la revista estadounidense "Time", lo que acabó incitando una revolución social que aún perdura en la ciudad.

"Temas tabú como el de la sexualidad o la prostitución pasaron a ser debatidos en cafés, hogares de mayores, escuelas, peluquerías y calles", explica a Efe el investigador y autor del libro "Enredos sexuales, tradición y cambio", José Machado Pais.

Cuando surgió el movimiento, este sociólogo se desplazó a Braganza para estudiar el fenómeno y los resultados de su investigación están recogidos en esta obra, en la que refleja cómo el interés que despertaron las "madres de Braganza" cambió la vida de la localidad.

"La atención mediática favoreció un mayor debate público sobre los temas de la sexualidad. Fue una notable contribución al ejercicio de una ciudadanía de la intimidad. La sexualidad comenzó a ser valorada por la satisfacción de deseos personales", señala.

Lo que colocó el movimiento en el centro del debate público fue un manifiesto elaborado por un grupo de esposas traicionadas, en el que pedían a las autoridades locales que intervinieran para poner fin a la "ola de locura" que había tomado la ciudad.

La culpa, a ojos de las "madres", recaía sobre las prostitutas que trabajaban en las casas de alterne, la mayoría brasileñas y algunas captadas en su tierra natal con la promesa de un empleo digno en Portugal que después no fue cumplida.

En el manifiesto, eran acusadas de engatusar a los hombres con drogas, rituales de "macumba" -una práctica de algunas de las religiones afrobrasileñas- y otros brebajes, mientras que los maridos infieles quedaban exculpados.

"Por su condición de prostitutas, seductoras e inmigrantes, las brasileñas eran vistas como un factor de perturbación del orden", relata Machado Pais, que durante su investigación detectó un aumento del racismo en Braganza contra las brasileñas.

Mientras las esposas se dedicaban a su cruzada contra las prostitutas, los maridos las acusaban de no tener dotes seductoras y de "casi nunca estar disponibles para el sexo" con la excusa de sufrir dolores de cabeza. Y ellas no se quedaron quietas.

Aunque no se puede corroborar si hubo "una revolución sexual en los lechos conyugales", como refiere el investigador, las esposas portuguesas comenzaron a invertir más en su imagen física y aumentaron la frecuencia de sus visitas a las peluquerías.

La visibilidad pública que alcanzó la polémica, sobre la que se pronunciaron dirigentes y personalidades de todo el país, tuvo sus frutos: la policía intensificó su "caza" a posibles ilegalidades en los prostíbulos y muchos acabaron cerrando.

Sin embargo, el sufrimiento de las "madres" no acabó: muchas prostitutas se trasladaron a burdeles de España, junto a la frontera lusa, y los maridos las siguieron.

Con la excusa de que atravesaban la frontera para llenar el depósito porque la gasolina en España era más barata, los antiguos clientes de Braganza continuaron llenando las casas de alterne ahora situadas en pueblos de Zamora.

El cierre de los prostíbulos provocó también las quejas de taxistas y comerciantes de Braganza que hacían caja con el negocio que generaban los burdeles y algunos clientes llevaron su descontento a casa.

"En el cuartel de la Policía de Braganza me dijeron que la violencia doméstica, por denuncias de mujeres o hijos, aumentó significativamente después de que las casas de alterne más famosas cerraran", lamenta el sociólogo.

La traición de los maridos no provocó la ola de divorcios que se podría haber esperado, cuenta el investigador, ya que los hombres fueron absueltos de toda culpa y la dependencia económica de las mujeres, factor presente en muchas de estas parejas, complicaba la posibilidad de separarse.

En esta nota: