Opinión Nacionales - 

Una carrera de obstáculos

El viernes 24 de junio, en una discreta ceremonia, el consorcio Grupo Unidos por el Canal entregó formalmente a los directivos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), las estructuras que forman parte de ampliación del Canal.

Con el simbólico acto finalizaba un proceso cargado de enfrentamientos y crispación entre la ACP y el consorcio de empresas formado por la española Sacyr, la italiana Salini Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Cusa, que en 2009 obtuvo el codiciado contrato.

Y aunque aún queda mucha tela que cortar en relación a los reclamos por sobreprecios presentados por el consorcio, las obras de la ampliación terminaron y los barcos postpanamax empezaron a cruzar las nuevas esclusas.

Desde el primer momento el camino fue cuesta arriba. Los cuestionamientos sobre la viabilidad financiera del proyecto o su necesidad frente a tantas urgencias sociales del país, hicieron peligrar el resultado del referéndum requerido por la Constitución. Aún recuerdo el famoso cuarteto formado por los hoy desaparecidos Jorge Illueca y Fernando Manfredo, acompañados de George Richa y Julio Manduley, recorriendo el país y hablando en todos los foros habidos y por haber, para explicar que la ampliación era un error.

No fueron los únicos. Los cuestionamientos se centraban en la falta de transparencia en el uso de los recursos que el Canal aportaba a la caja central del Estado.

En realidad, no fue hasta que el entonces presidente de la República, Martín Torrijos, anunciara en agosto de 2006 que aceptaba las exigencias de la sociedad civil de abrir un diálogo nacional sobre el uso de los recursos del Canal, que las encuestas empezaron a favorecer el SÍ a la ampliación.

Tras esa decisión y con la llamada concertación nacional avanzando bajo la coordinación de la hoy vicepresidenta y canciller, Isabel Saint Malo, los panameños dieron su aprobación a la ampliación del Canal, en referéndum celebrado en octubre de 2006.

En el camino también hubo que cambiar el plan de hacer nuevos embalses para garantizar el agua que requerían las nuevas esclusas, debido al fuerte rechazo que produjo esta opción en las comunidades que serían afectadas.

Luego vino el proceso de selección de las empresas que harían la monumental obra. Y aquí las cosas fueron de mal en peor hasta llegar a lo que por momentos parecía imposible: dar por inaugurado el tercer juego de esclusas.

Cuestionamientos sobre la solvencia económica del consorcio, especialmente de la empresa española Sacyr; fuertes batallas entre la ACP y el consorcio por el material disponible para el cemento; reclamos por sobrecostos; oscuros movimientos del expresidente Ricardo Martinelli para "tomarse" la dirección del Canal; conflictos laborales recurrentes, hasta la pesadilla inimaginable: la paralización de las obras al iniciarse el año 2014.

Lo que muchos advirtieron cuando el Grupo Unidos por el Canal ganó la licitación del tercer juego de esclusas con una oferta por debajo del precio base, se hizo realidad. Los reclamos por sobreprecios se acumulaban, sin que la ACP estuviera dispuesta a aceptarlos.

La historia es reciente y no voy a repetirla. El pulseo terminó siendo ganado por la ACP, a pesar de las maquinaciones de Palacio. Así, las empresas continuaron las obras, enfrentando nuevas y desagradables sorpresas, como las grietas en las paredes de las esclusas; al tiempo que la ACP maniobraba con sindicatos de todo tipo en conflictos laborales sin fin.

Pero llegó el gran día y estamos todos orgullosos y optimistas. Por el momento quedan atrás los Panama Papers, los golpes mortales de la Lista Clinton, la desaceleración económica. Pero un artículo publicado en el prestigioso diario The New York Times unos días antes de la inauguración, nos ha dejado a todos turulatos y asustados.

A pesar de tantos nubarrones, el cielo se despejó, literalmente, el domingo 26 de junio, dando paso a esos sentimientos patrióticos que inevitablemente provoca en todos los panameños el Canal que nos fue ajeno por muchos años.

El Cosco Shipping Panamá hizo el primer tránsito por las nuevas esclusas de Agua Clara y Cocolí sin problemas, dando por inaugurado el Canal ampliado. Los obstáculos, por el momento, quedaron atrás.