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Los peregrinos lapidan simbólicamente a "Satán" en La Meca

Unos 2,5 millones de musulmanes en peregrinaje a La Meca, en Arabia Saudita, iniciaron este domingo el ritual de la lapidación de Satán, un momento de riesgo que ya tornó en tragedia en el pasado.

El primer día de Aíd al Adha, la fiesta del sacrificio celebrada por los musulmanes en todo el mundo, hordas de fieles se desplegaron sobre el sitio de la lapidación en Mina, árido valle cerca de la ciudad santa de La Meca en el oeste del país, para tirar piedras contra la gran estela que simboliza al diablo.

Bajo el ojo vigilante de uniformados portando máscaras quirúrgicas, los peregrinos atravesaron por olas sucesivas un puente llamado Jamaral (brasas); después, una vez frente a la primera estela simbolizando a Satán -"Shaytan" en árabe- comenzaron a tirar sobre ella las siete piedras recogidas el día anterior.

"Hace calor, yo bebo mucha agua y estoy todo el tiempo debajo de la sombrilla", aseguraba tras sus gafas de sol el indio Jaker Akjar, de 48 años, con la barba teñida de henna.

Este hombre de rostro afable hacía por primera vez el hach, uno de los cinco pilares del islam.

Una lluvia de pequeñas piedras empezó a caer sobre la gran estela, primer lote de los millones de proyectiles que los peregrinos lanzarán durante tres días en cada una de las tres estelas.

"Vengo bien equipado" para lapidar al diablo, bromeaba Omar, ingeniero saudí de 33 años, mostrando sus "municiones" almacenadas en una bolsa de plástico.

No es extraño que las piedras no alcancen su objetivo: los lanzadores son golpeados por accidente y las invocaciones se mezclan con los gritos.

Centenares de policías y militares son desplegados en cada planta del sitio y se envían numerosas ambulancias por si sucede algo. Las cámaras lo graban todo y los helicópteros sobrevuelan el cielo atentos a cualquier problema.

Empleados de seguridad también rocían con agua los rostros de los fieles, transpirados por el calor sofocante.

El rito de lapidación es una etapa peligrosa: en 2015, unas 2.300 personas murieron en una gigantesca estampida, la peor tragedia de la historia del hach, si bien no la única.

Según la tradición, el Aid al Adha, la mayor fiesta del calendario musulmán, se celebra en recuerdo del sacrificio que casi hizo Abraham al querer inmolar a su hijo por orden de Dios, antes de recibir en último momento un cordero que degolló en su lugar.

Para recordar el gesto del principal patriarca de las religiones judía, cristiana y musulmana, los musulmanes degüellan a un animal, generalmente un cordero, y ofrecen una parte a las personas más necesitadas.

Por razones de higiene y de organización, las matanzas masivas de corderos se hacen desde hace algunos años lejos de los lugares santos. Los peregrinos pagan a agencias especializadas que distribuyen en su nombre la carne entre los más necesitados en el reino y a través del mundo musulmán.

Tras el ritual de la lapidación, los fieles deben dirigirse a La Meca, ciudad natal del profeta Mahoma, para una "vuelta de despedida" en la Kaaba.

Es en dirección de esta estructura cúbica, cubierta por una tela negra con bordados dorados, ubicada en el corazón de la Gran Mezquita, que los musulmanes del mundo entero se postran durante sus cinco rezos diarios.