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La quinua, el pequeño cereal que empodera a madres indígenas en Ecuador

Diminuta en tamaño pero grande en nutrientes, la quinua ha sumado un nuevo valor a su lista de beneficios en una comunidad de la provincia ecuatoriana de Chimborazo, donde madres indígenas entrelazan el cuidado de sus hijos con la producción del ancestral cereal.

Cerca de trescientas mujeres de la zona de Palmira se dedican desde hace tres años a la siembra y producción de quinua, en el marco de varios proyectos que comenzaron hace ochos años con una inversión de la Cooperación Española de 9,5 millones de euros, y el acompañamiento de tres organizaciones no gubernamentales.

Antes de desplazarse a las parcelas, en la comunidad de Nutiluisa que visitó Efe, en la zona de Palmira, una docena de mujeres se levanta a las cuatro de la mañana para atender las labores del hogar y preparar a sus hijos para ir a la escuela.

Ahí, Ana Lucía Cucuri, explicó que la junta provincial y la Cooperación Española les prestaron "máquinas, volquetes y monocultores", para que se ayuden en las tareas del campo.

"Nos han dado talleres y cursos en donde nos enseñaron a producir abono natural y también a usar la maquinaria", comentó la indígena, de mirada esperanzadora, contextura delgada y con su negro cabello recogido en trenzas.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), junto a las organizaciones no gubernamentales "Maquita" y "Manos Unidas", desarrollaron el programa con enfoque de género, que promueve el trabajo de la mujer y les da las herramientas necesarias para que emprendan su labor.

Sonriente, Cucuri tira con fuerza de la palanca para encender la máquina, mete la primera marcha y arranca a la preparación de la tierra para los cultivos al tiempo que, con humildad y entusiasmo, alienta a que más gente se una al grupo de trabajo.

Esta mujer productora del cereal ancestral se unió al proyecto hace un año y, conjuntamente con un equipo de veinte personas, aporta a la comunidad con la elaboración del abono para el cultivo.

Pese a que el trabajo es fuerte y el clima frío, las mujeres mantienen su vestimenta distintiva: una falda con corte por debajo de la rodilla, zapatos o alpargatas, poncho de diferentes colores y sombreros blancos con listones negros, que las diferencia de las demás comunidades indígenas de Ecuador.

Esta semana, en una ceremonia de agradecimiento a las organizaciones que las han apoyado, una banda del pueblo integrada por niños y jóvenes de la zona entonaron melodías alegres que hicieron bailar a todos, en medio de una fiesta con comida típica y el disfrute de la bebida tradicional de los Andes ecuatorianos: la "chicha", hecha a base de un fermento de maíz.

En esa ceremonia, se escenificó una jornada de trabajo con abono para los cultivos de quinua, donde las mujeres esparcían el producto con palas y se ayudaban para empaquetarlo y apilarlo.

Rafael García, coordinador general de la Cooperación Española, se refirió a la ceremonia como un festejo de lo logrado en esas altas tierras de los andes ecuatorianos.

Según "Maquita", el árido suelo del sector fue habilitado para la siembra con el intenso tratamiento de fertilización que las mujeres realizaron durante tres meses.

Miguel Marcatoma, presidente de la parroquia donde se desarrollaron los proyectos, comentó a Efe que "ha sido un trabajo difícil y complejo porque la zona era desértica", pero ahora lo visualiza como "un sueño hecho realidad".

Añadió que los residentes de la zona están agradecidos por la ayuda y la iniciativa del Gobierno español que benefició a 326 familias en esa parroquia donde más de 400 hectáreas desérticas cuentan ahora con sistemas de riego, cultivo y producción.

Ello porque la Cooperación Española en coordinación con "Manos Unidas" y "Maquita" aplicaron tecnologías de mecanización en esa zona para mejorar el sistema productivo de la quinua.

Con estas medidas, el costo de producción se redujo en un 38,55 por ciento, según la segunda de las ong.

Y aunque el proyecto se clausuró el pasado miércoles, los cooperantes se mostraron seguros de que seguirá su curso pues las comunidades se han apropiado de él, dijo Clara Pardo, presidenta de "Manos Unidas".

FUENTE: EFE