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Tras los emotivos encuentros entre coreanos, llega la hora del adiós

En el tercer día de sus emotivos reencuentros, los coreanos del Norte y del Sur, pertenecientes a familias divididas desde la guerra, se preparaban este miércoles para decirse adiós, probablemente para siempre.

La mayoría de los participantes en las reuniones, que empezaron el lunes en la estación norcoreana del Monte Kumgang, tienen más de 80 años. Nada hace esperar que en un futuro próximo la libre circulación de personas sea una realidad en la península.

El miércoles por la mañana, en la última reunión antes de despedirse, Kim Byung-Oh, de 88 años, rompía a llorar al ver a su hermana, más joven.

"No llores, hermano. No llores", le decía ella, tomándole de la mano. Pero sus lágrimas seguían brotando. Su hermana tampoco pudo contener las suyas.

Durante dos minutos, ambos se dieron la mano, sin decirse nada.

Millones de coreanos fueron separados de sus familias por el conflicto de 1950-1953, que selló la división hermética de la península.

Desde entonces, no se ha firmado ningún tratado de paz, por lo que Norte y Sur siguen, técnicamente, en estado de guerra. Cualquier comunicación civil está rigurosamente prohibida y los viajes de un lado al otro de la Zona Desmilitarizada (DMZ) son rarísimos y están fuertemente controlados.

Desde el 2000, los dos países han organizado veinte tandas de reuniones familiares, a medida que las relaciones bilaterales iban mejorando.

Pero el tiempo apremia. De los 130.000 coreanos que solicitaron participar en estos encuentros, solo quedan vivos menos de 60.000.

En los encuentros de este año -los primeros en tres años, el participante más anciano, Baik Sung-kyu, tenía 101 años.

Para los afortunados escogidos -89 familias desde el lunes y un número similar el fin de semana- se trata de tres días de superar toda una vida de separación en tres días.

Según informaciones de los periodistas, muchos llevaron consigo árboles genealógicos y muchas fotos para explicar la situación familiar.

Lee Soo-nam, un surcoreano de 77 años, pudo volver a ver a su hermano mayor, residente en el Norte. Y, para facilitar la comprensión, le pidió a un sobrino norcoreano que le escribiera los nombres de todos sus hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas.

"Le pedí los nombres para acordarme mientras siga con vida", dijo.

"No tengo palabras para describir lo que siento en este momento", añadió. "¿Cuándo podremos vernos de nuevo? Nadie lo sabe. Es tan triste. Si fuéramos más jóvenes...".

Con todo, asegura estar "enormemente feliz" por haber podido participar en la reunión.

"Ahora, puedo visitar la tumba de mis padres y decirles: 'Papá, mamá, he visto a mi hermano Jong Song y lo he visto vivo. Os lo agradezco. Ha sigo gracias a vuestras plegarias'".

Las reuniones solo duraron unas 15 horas en total y son una muestra más de la notable mejora de las relaciones entre el Norte y el Sur, tras años de escalada de tensiones a causa de los programas nuclear y balístico de Pyongyang.

Los encuentros fueron decididos por el presidente surcoreano Moon Jae-in y el dirigente norcoreano Kim Jong Un durante una cumbre, el pasado abril. A esta le siguió un histórico encuentro en junio entre Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump, en Singapur.

FUENTE: AFP