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El colombiano Iván Velásquez, un "villano" a ojos del Gobierno de Guatemala

El Gobierno de Jimmy Morales está empecinado en sacar al colombiano Iván Velásquez de la dirección de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un hombre que despierta odio -entre los poderes que ven amenazada su permanencia- y amor -entre la sociedad hastiada de la corrupción-.

Estos sentimientos encontrados, en los que no se sabe si la razón no entiende al corazón o viceversa, se han avivado desde que este martes se reveló que la canciller Sandra Jovel fue a la ONU y le pidió a su secretario, António Guterres, que expulsara a Velásquez, al que describe como "un hombre ingrato, casi un villano".

Aunque la ministra de Relaciones Exteriores negó previamente por activa y por pasiva haber pedido la destitución del colombiano, al frente de la CICIG desde el año 2013, el diario local El Periódico publicó un documento interno de la Cancillería con los principales puntos de la reunión con Guterres, que tuvo lugar el pasado 1 de febrero.

En él no hay mención a los supuestos temas que se trataron, como derechos humanos o relaciones bilaterales. Sólo la polémica que existe con la Comisión, patente desde que el pasado mes de agosto el presidente Jimmy Morales intentara expulsar a Velásquez. Eso sí, sin éxito.

Desde entonces, el Gobierno de Guatemala argumenta que Velásquez se extralimita en sus funciones, cooptando a la prensa, abusando de la prisión preventiva, haciendo injerencia en asuntos nacionales y mediatizando los casos antes de la sentencia, violando la presunción de inocencia.

Sin embargo, la canciller omitió que son los órganos de Justicia los que deciden que medida se aplica para garantizar la presencia de los señalados en la investigación, sea cual sea la petición de la acusación, y tampoco menciona que el acuerdo de creación de la Comisión la faculta para proponer y respaldar reformas que mejoren el sector Justicia.

"Guatemala está dispuesta a seguir trabajando con la CICIG y con un comisionado apegado al mandato establecido" o "Guatemala apoya la CICIG, pero no al comisionado", fueron algunas de las exposiciones de la canciller ante Guterres, quien rechazó el despido y puso en duda el giro de 180 grados que dio la administración guatemalteca, que cambió su parecer sobre la actuación de Velásquez de la noche a la mañana.

Y es que el secretario portugués, que admitió que la situación en Guatemala es complicada por la dualidad de sentimientos que causa el comisionado, recordó que el excanciller Carlos Raúl Morales se deshacía en "elogios" hacia el jurista.

Es así como Guterres cerró, al menos de forma momentánea, este capítulo, instando al presidente guatemalteco a enviar por escrito su petición de despedir a Velásquez para darle el trámite institucional correspondiente.

Pero las reacciones a esta petición informal del Gobierno de Guatemala no se hicieron esperar. Organizaciones internacionales como Human Rights Watch y Gobiernos como el de Estados Unidos, entre ellos varios de sus senadores, mostraron su respaldo a la labor de la Comisión y de Velásquez y condenaron estos ataques machacones.

"Condeno los repetidos ataques del Gobierno de Guatemala hacia el trabajo de la CICIG y el comisionado Velásquez", publicó la congresista Ileana Ros-Lehtinen en sus redes sociales después de que se conociera que el Ejecutivo continúa en su empeño, una decisión que deja en tela de juicio la lucha anticorrupción emprendida desde 2015.

Aunque Morales llegó al Gobierno con el discurso de "Ni corrupto ni ladrón" y pidiendo la prolongación del mandato de la CICIG hasta 2019, la tensión con este ente creado por Naciones Unidas a petición de Guatemala en el año 2006 surgió desde que su hermano y su hijo se vieron implicados en un caso de fraude al Estado en el año 2013, por el que deben enfrentar un juicio.

Desde ahí ha crecido como la espuma. El Gobierno de Jimmy Morales promovió, desde la declaratoria de non grato, diversas medidas para expulsar a Velásquez, como la revocación de su visa, la invocación de un diálogo para solventar las diferencias entre las partes o este pedido de destitución.

No hay tregua en esta batalla en la que durante los últimos meses varios grupos del poder tradicional han dejado claro que harán todo lo que esté en su mano para acabar con el mandato de Velásquez, pero supuestamente no el de la Comisión.

Parece que es el colombiano el mayor enemigo de Guatemala. Este es un capítulo más de una vida entre el amor y el odio. Un episodio que se reabre con fuerza cuando Morales y la canciller están en Estados Unidos con una agenda casi desconocida.

FUENTE: EFE