WASHINGTON Internacionales - 

Trabajar con el Congreso, un desafío inesperado para Trump

Para Donald Trump, que se describe con un negociador magistral, se suponía que llegar a acuerdos en el Congreso sería fácil. “Este Congreso va a ser el Congreso más ocupado que hemos tenido en décadas, quizá en la historia”, predijo Trump poco después de asumir el cargo.

No exactamente.

Los republicanos controlan la Cámara de Representantes, el Senado y la Casa Blanca por primera vez en una década, pero Trump no tuvo en cuenta la realidad de unas divisiones internas del partido tan grandes que podrían condenar sus proyectos legislativos más importantes.

Una rebelde ala derecha del partido dispuesta a desafiar a los líderes republicanos le asestó una humillante derrota el mes pasado con la reforma sanitaria. Eso puso en duda que los republicanos puedan cumplir su antigua promesa de revocar y reemplazar la ley de salud pública del expresidente Barack Obama. Si no logran hacerlo, es probable que también tengan problemas para conseguir la amplia reforma fiscal y las enormes inversiones en infraestructura prometidas por Trump.

La Casa Blanca ha presionado a los líderes republicanos de la Cámara de Representantes para que hagan un nuevo intento en materia de sanidad. Ha habido algunos progresos, porque el House Freedom Caucus, un grupo de representantes conservadores, apoyó la última versión de la ley. Pero los líderes están teniendo problemas para ganar apoyos entre los republicanos más moderados y no está claro cuándo, en su caso, podría votarse la propuesta.

Mientras tanto, el gobierno opera gracias a una medida presupuestaria de emergencia que funcionará durante una semana para evitar una parálisis que se habría activado el sábado, coincidiendo con el 100mo día de Trump en el cargo. Los legisladores necesitan más tiempo para terminar su presupuesto de 1 billón de dólares para el resto del año presupuestario de 2017, una tarea que es la función más básica del Congreso.

La Casa Blanca intervino en las negociaciones hacia el final para hacer peticiones en temas como el muro fronterizo entre México y Estados Unidos, que finalmente se quedó fuera del presupuesto. Eso fue una intervención que incluso algunos republicanos consideraron poco productiva.

Ante la escasez de resultados concretos por ahora, algunos republicanos han empezado a expresar abiertamente su inquietud por la falta de avances y a alertar sobre una posible represalia de los votantes si el Partido Republicano no empieza a producir.

“No podemos permitirnos mirar al país en 2018 con un presidente republicano, un Senado republicano y una Cámara de Representantes republicana y decir ‘bueno, simplemente no pudimos hacerlo’”, señaló el representante republicano Tom Cole, de Oklahoma. “Eso no es defendible”.

El propio Trump expresó su frustración en una entrevista emitida el viernes en Fox News Channel, en la que dijo estar “decepcionado de que no avanza más rápido”.

“Creo que todo el mundo se está esforzando mucho”, dijo el presidente. “Es un sistema muy duro”.

Tras ocho años chocando con Obama, se suponía que no debería ser así.

El presidente de la cámara baja, Paul Ryan, de Wisconsin, y el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, de Kentucky, prometieron que aprovecharían la oportunidad de trabajar con el nuevo presidente republicano y aplicar una audaz visión republicana, empezando por cumplir las promesas realizadas durante siete años sobre revocar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible de Estados Unidos de Obama y sustituirla por algo mejor.

Después llegarían una profunda reforma fiscal, así como trabajo en infraestructuras, inmigración y un proceso presupuestario ordenado que hiciera énfasis en las prioridades del partido, entre otras cosas.

“La gente nos ha dado un gobierno unificado. Y no fue porque se sintieran generosos. Es porque querían resultados”, dijo Ryan en enero a la Cámara de Representantes tras ser elegido como presidente de la cámara. “¿Cómo podríamos vivir con nosotros mismos si les fallamos?”.

Los objetivos ambiciosos no tardaron en desinflarse, cuando quedó claro que tras alcanzar el éxito político como partido de oposición, los republicanos estaban menos acostumbrados a la tarea de gobernar.

El propio Trump, poco familiarizado con la ardua tarea de la legislación, estableció objetivos poco realistas como prometer que se revocaría Obamacare en su primer día en el gobierno, algo que no podía ocurrir. Otras prioridades legislativas en las que había prometido trabajar en sus primeros 100 días, como una ley sobre elección de escuelas, reformas en normas de ética y una ley de seguridad en comunidades, prácticamente no se han tratado en el Congreso.

El punto positivo que destaca a ojos de muchos republicanos es la confirmación en el Senado de Neil Gorsuch como nuevo juez del Tribunal Supremo. Conseguirlo requirió romper normas del Senado, pero para muchos republicanos, el nombramiento vitalicio de un jurista conservador joven y fiable compensa muchas otras deficiencias.

“Hay algunas personas que sé que votaron por Trump solo porque pondría un conservador en el tribunal, así que están satisfechas”, comentó el representante Tom Rooney, republicano por Florida.

Los republicanos también mencionan progresos en cuestiones regulatorias. El Congreso ha empleado la Ley de Revisión en el Congreso, un mecanismo poco utilizado hasta ahora, para retirar una batería de regulaciones aprobadas hacia el final del mandato de Obama.

Por su parte, los demócratas se burlan del poco impresionante progreso de los republicanos, señalando que el Congreso aprobó una enorme ley de estímulos económicos y otras medidas en los primeros 100 días de Obama como presidente.

“Los republicanos no han logrado mucho en los primeros 100 días”, dijo el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, de Nueva York. “Si tienden la mano a los demócratas y trabajan de forma bipartisana, podrían hacer muchas más cosas”.

Los republicanos afirman que lo mejor podría estar por llegar, y los líderes en la cámara baja confían en aprobar su ley sanitaria a partir de la semana que viene, además de completar el trabajo en los presupuestos de 2017, lo que les permitiría ocuparse de la reforma fiscal y otros asuntos.

“Sólo espero que los segundos 100 días sean mejores que los primeros”, dijo el representante Charlie Dent, de Pennsylvania.

FUENTE: AP

En esta nota: