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Fallece Li Peng, el primer ministro chino que se convirtió en el "carnicero de Pekín"

El primer ministro chino entre 1987 y 1998, Li Peng, falleció anoche a los 91 años apenas mes y medio después de la conmemoración del 30 aniversario de la sangrienta represión de Tiananmen, ordenada por él, lo que le valió el apodo de "carnicero de Pekín".

Viceprimer ministro desde 1987 hasta su ascenso a la jefatura de Gobierno y, tras su salida del cargo, presidente del Legislativo hasta 2003, la de Li fue una de las carreras políticas más prolíficas y polémicas de la historia de la China moderna.

Nacido en 1928 en la ciudad de Chengdu, provincia suroriental de Sichuan, el padre del actual ministro de Transportes, Li Xiaopeng, fue considerado uno de los políticos más conservadores e inmovilistas del Partido Comunista de China (PCCh).

Gracias a su pasado como hijo de un mártir revolucionario, ejecutado por las fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek en 1930, y a su posterior adopción por Zhou Enlai, uno de los líderes comunistas más estimados por el pueblo, llegó a convertirse en el "número dos" del Partido, pese a tener fama de corrupto.

Formado en la URSS entre 1948 y 1955, Li trabajó en el sector de la energía hasta 1976, año de la muerte de Mao Zedong, cuando decidió centrarse en su carrera política.

Li contó desde el principio con la inestimable ayuda de Zhou Enlai y su mujer, Deng Yingchao, y su primer gran logro llegó en 1982, cuando accedió al Comité Central del PCCh. Tres años después, Li era nombrado miembro del Politburó y ministro de la Comisión estatal para la Educación.

Más tarde se ganó una plaza en el "club de los más poderosos", como uno de los siete miembros permanentes del Politburó (máximo órgano de decisión) y en noviembre de 1987 inició su etapa como primer ministro interino; en abril de 1988 se le confirmó de manera oficial como "número dos" del régimen chino.

Ya entonces era conocido por sus ideas ortodoxas y su oposición a la política de "reforma y apertura" promovida por el líder de facto del país, Deng Xiaoping, desde 1978.

Según los analistas, durante la crisis de Tiananmen, Li se alineó con los sectores más duros del Partido para avanzar en su carrera y presionó para que se purgara al hasta entonces secretario general del Partido, Zhao Ziyang, quien mostraba simpatía con los estudiantes.

El obituario publicado hoy por la prensa oficial menciona la respuesta a las protestas, y asegura que "con el apoyo resuelto de la generación más mayor de revolucionarios proletarios representados por el camarada Deng Xiaoping", Li "tomó medidas decisivas".

Con ellas, relata el panegírico, el entonces mandatario "detuvo los disturbios, sofocó las revueltas contrarrevolucionarias (calificación que el oficialismo da a estas protestas) y estabilizó la situación nacional, lo que repercutió en el Partido y en el país".

Después de 1989 Li empezó a mostrar públicamente su apoyo a las reformas económicas, una mera estrategia de supervivencia según sus críticos, que le valió ser reelegido como primer ministro en 1993, aunque con más de 200 votos en contra.

A pesar de que el texto destaca que, tras su retirada política, Li apoyó "la construcción de un Partido limpio y honesto y la lucha contra la corrupción", tanto él como su familia se vieron salpicados por escándalos de corrupción relacionados con el Ministerio de Energía.

Asimismo, medios estadounidenses le acusaron de ordenar la colocación de 20 micrófonos en el avión del presidente chino entre 1993 y 2003, Jiang Zemin, para poder espiar las conversaciones sobre las citadas acusaciones de corrupción.

Tras su retirada de la vida política, Li publicó una autobiografía en 2014 en la que no hizo mención a la represión en Tiananmen, ya que las vivencias que relata alcanzan hasta 1983, año en el que accedió al cargo de vice primer ministro.

Aunque ese libro fue el primero autorizado explícitamente por Li, en 2010 se filtró por internet un borrador de una supuesta autobiografía que se intentó poner a la venta en Hong Kong, y en la que al parecer sí se hablaba de los sucesos de 1989.

Finalmente aquel libro no vio la luz en la excolonia británica, por presiones de las autoridades chinas a la editorial responsable de la obra, pero sí salió a la venta días después en EE. UU., donde fue publicado con ayuda de uno de los jóvenes manifestantes que se exiliaron tras las protestas.

FUENTE: EFE

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