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Reseña: Sacha Baron Cohen vuelve a salirse con la suya

El provocador Sacha Baron Cohen relanzó su programa de entrevistas hilarantes y antes de que cualquiera cuestione la inteligencia detrás de esa decisión, hay que reconocer la simple perseverancia no solo del presentador, sino de sus invitados.

Quince años después de que el comediante británico llegara a Estados Unidos como un desconocido engañoso para gastarle bromas a todos, de Donald Trump a Edwin "Buzz" Aldrin, todavía se da el lujo de engañar apersonas que ya deberían conocerlo.

En el primer episodio de "Who Is America?" de Showtime, estrenado el pasado domingo, de alguna manera logró tenderles trampas al excandidato presidencial Bernie Sanders y al exsenador republicano Trent Lott, ninguno de ellos lo suficientemente diestro como para evitar sentarse junto a un tipo dudoso y totalmente mal informado, o perfectamente parecido a ellos.

El primer episodio, el único que Showtime permitió a los periodistas reseñar, mantiene la fórmula probada por Baron Cohen: crear un montón de personajes excéntricos con maquillaje prostético y acentos raros y liberarlos ante un público inocente, sea de derecha o pueblerino. La verdad es que el segundo episodio de "Who Is America?" es mejor que el primero y la humillación de algunas figuras públicas es realmente asombrosa.

En "Da Ali G Show" (2000-2004) Baron Cohen interpretó a un tonto aspirante a pandillero, a un corresponsal antisemita de Kazajistán, y a un reportero austriaco gay. En esta ocasión sus personajes incluyen a un idiota de extrema derecha, un maestro antiterrorismo israelí amante de las armas, a un ultraliberal que anda con el pelo recogido en una cola y una camiseta de la radio pública NPR, y a un skinhead exconvicto con barba de motociclista.

En estos dos episodios el programa es irregular: es mejor cuando juega con aquellos en el poder y no tan bueno cuando apela a una risa más barata con la frivolidad. Un viaje de su personaje de izquierda a una cena elegante a la luz de las velas con unos férreos conservadores de Carolina del Sur se sintió soso en comparación con la auténtica travesura de Baron Cohen como israelí cuando trata de que activistas a favor de las armas apoyen su iniciativa de armar a niños de preescolar.

Esa ha sido la genialidad del formato de Baron Cohen: qué tan lejos puede ir al engañar a alguien. En esta ocasión hace que hombres mayores e inteligentes, algunos de ellos con cargos por elección popular, apoyen un programa ficticio llamado “Kindergardians”, en el que niños de hasta 4 años son entrenados para aprender a disparar con pistolas adornadas con animales de peluche como dinosaurios y unicornios.

Así podemos ver a la representante Dana Rohrabacher, al exrepresentante Joe Walsh y a los activistas a favor de las armas Larry Pratt, de Gun Owners of America, y Philip Van Cleave, de Virginia Citizens Defense League, leyendo un texto escrito en un teleprompter que dice "los estudiantes de primer grado son buenos para lanzar su primera granada” y apuntando una pistola hacia la pantalla mientras cantan versiones de canciones infantiles sobre tiros a la cabeza.

Showtime ha guardado silencio sobre la serie de siete capítulos, al grado de que los periodistas que pidieron ver el programa tuvieron que firmar embargos y guardar sus celulares. Durante una proyección reciente del programa, un grupo de guardias revisó a los asistentes con visores nocturnos. Showtime podrá acoger la libertad de expresión, pero también puede limitarla.

Pero incluso los mejores planes corporativos pueden salir al revés. El propio departamento de promoción del canal reveló que el exvicepresidente Dick Cheney aparecerá en un episodio futuro, tras ser convencido de estampar su autógrafo en una jarra usada para torturar a detenidos con agua.

Y sabemos que la excandidata republicana a la vicepresidencia Sarah Palin también fue engañada tras anunciar en Facebook que fue víctima del “‘humor’ malvado, explotador y enfermo” de Baron Cohen. A esa lista hay que agregar al derrotado candidato a senador Roy Moore, quien fue engañado con la promesa de recibir un premio por ser amigo de Israel.

Es notable que todavía haya gente que caiga en esta trampa. El equipo de Baron Cohen merece el crédito por llevar engañados a políticos hasta la ruina. Si el conservador provocador James O'Keefe tiene que meter a escondidas su cámara, Baron Cohen usa la suya como un cebo. Por qué alguien se sienta para una entrevista de televisión a estas alturas es un misterio.

Baron Cohen y su equipo son como esos peces raros en los abismos que prenden una luz para atraer a sus presas. Juegan con la vanidad, pero terminan con algo verdaderamente grotesco. Las víctimas suelen tratar de congraciarse con los chistes racistas de sus presentadores o jugar con sus estereotipos con demasiada facilidad. Es una técnica perfeccionada: Baron Cohen “troleaba” a la gente antes de que “trolear” fuera una cosa de todos los días y también creaba "noticias falsas" antes de que esto estuviera de moda.

"Who Is America?", como su programa anterior, no presenta momentos de la verdad cuando los engañados, llevados a los extremos por una desconocido con vello facial raro, finalmente se dan cuenta de que están en un enredo lógico y de repente comprenden las consecuencias de su manera de pensar.

Baron Cohen no está interesado en confrontar a sus entrevistados de frente o a deshacerlos como en "60 Minutos"; solo busca aprovechar el humor absurdo de aquellos que están absolutamente seguros de que están en lo cierto.

Muchos de sus entrevistados se arrepentirán para siempre del día en el que aceptaron entrevistarse con este camaleón y tentador que saca lo peor de ellos ante la cámara, pero solo podrán culparse a ellos mismos. A fin de cuentas, él estaba ahí mismo, oculto frente a ellos.

FUENTE: AP

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