MODA María Sofía Velázquez - 

En las manos de un asesor de imagen

Un punto de quiebre. Algo mucho más fuerte que el quizás banal comentario "no tengo nada que ponerme" (dicho frente a un closet lleno de ropa).

Cuando una persona llama al asesor de imagen algo ha sucedido. Un cambio de trabajo, un divorcio, una dada de alta de cáncer, una depresión superada. Mirar a los ojos a la fiera y decidir ser mejores, integrales, espectaculares, más elegantes, más prácticos, más modernos, etc...

Esa llamada dándonos permiso de entrar. Al closet y a la intimidad más cerrada.

El primer café. Conocernos, contar la razón a medias. El análisis de metas y objetivos. El análisis de color, la definición del estilo. La confesión del resto del cuento.

El diseño de la imagen. Entrar al closet, sacar la mitad de las cosas, hacer un inventario.

Salir de compras. Máscara contra tallas y cerebro. Adiós preconceptos y costumbres. Hola cuero, leopardo, rayas, escotes, tallas correctas, perlas y pumps.

Clases de maquillaje, color y corte de cabello. Tablero digital como guía. Una comida para revisar maneras y costumbres en la mesa.

El trabajo del asesor de imagen es de confesor, filtro, editor, oidor, cazador, protector, voz de mando, mano comprensiva. Maestro, alumno.

De todas las cosas a las que me he dedicado en la vida, creo que esta es la más linda. Mis barbies y kens tamaño humano llenos de motivos, esperanzas, expectativas. Por eso lo hago, lo sigo haciendo, seguiré en esto y me honra y complace entrenar gente para esto. Generar a mis propios colegas, y saber que replicamos una y otra vez la posibilidad de guiar a alguien en el camino a la realización de sus sueños y metas.

¿Qué más podría pedir? Solamente una pizza y un billete ganador de la lotería de Miami.

A todas aquellas personas que buscan algo nuevo, una profesión alternativa, un nuevo nicho para negocio, ingresos extra y mucha satisfacción personal: estudien y prepárense para ser asesores de imagen, agentes de cambio, humanistas. Una profesión que vale oro desde donde la mires.

FUENTE: María Sofía Velázquez