PARTO Creciendo con Mamá - 

Vivir el trabajo de parto y terminar en cesárea

Me da mucha alegría escribirles hoy y contarles que ya tengo a #MiPequeñoMilagro en casa, esta nota la escribo con ella a mi lado y me resulta un poco difícil recordar todo lo que tuve que pasar para traerla a este mundo, fue difícil, pero es parte de la vida, con tan sólo verle la carita a mi hija cuando nació, para mi no existe ningún dolor físico, sino más bien una inmensa alegría que no cabe en mi corazón y un enorme agradecimiento a Dios por permitirme dar vida a este nuevo ser.

Les cuento que mi fecha probable de parto resultó estar mal calculada, como ustedes saben viajé a la provincia de Chiriquí para tener a mi bebé, llegué allí el 15 de octubre y el 16 fui a la consulta con la Dra. Mariela de González, en ese momento ya estaba un poco hinchada, pero todo lo demás marchaba bien; me fui a casa a esperar si rompía fuente o comenzaban los dolores, pero pasaban los días, cada vez dormía menos pero no pasaba nada, llegó el 2 de noviembre y fui de nuevo al médico, la doctora me dijo que ya estaba pasada, tenía casi 41 semanas, así que me dio la orden de hospitalización para el Hospital Obaldía de Chiriquí.

Me internaron a las 3:00 p.m. del 2 de noviembre y me explicaron que me introducirían un medicamento para inducir el parto, nunca pensé que allí viviría algo tan doloroso. Llamaron a mi esposo, le entregaron mi ropa, me pusieron una bata y así nos despedimos. Llegó un doctor a la sala de partos, eran como diez camas de lado a lado y a mi me tocó la número 6, me introdujeron un medicamento que parecía a un tampax, en ese momento sólo tenía 1 centímetro de dilatación, es decir, casi nada. Cada dos horas pasaban a monitorear si avanzaba los grados de dilatación, hasta que llegó una doctora y sin informarme de lo que haría, ella introdujo sus dedos para hacer el tacto pero no fue para medir, sino que sin consultarme rompió la fuente, no les puedo describir con palabras el dolor que sentí en ese momento, el líquido corrió por mis piernas y gritando del dolor.

Pues de esa forma fue que llegué a 3 centímetros de dilatación, en ese momento comencé a sentir los dolores de parto, me sostenía fuerte de los lados de la camilla y trataba de respirar hondo, pero comencé a sentir que no podía soportar esos dolores, me dio un escalofrío por todo el cuerpo y sentía mucho frío; seguido de eso el monitor donde seguían los latidos de mi bebé, generó una alerta y los doctores se acercaron, recuerdo que me tomaron una muestra de sangre pero no sabía lo que estaba pasando. Ya como a las 5 y 30 de la madrugada del 3 de noviembre, se acerca una doctora y me dice que estaba presentando un cuadro de fiebre muy alta pero que no encontraban el motivo y que además, mi bebé tenía taquicardia, quería morirme cuando me dijeron eso. La doctora sólo me miró fijamente y me informó que me pasarían a la sala de operaciones para una cesárea.

Aquí si me gustaría hacer un paréntesis para agradecer todo el apoyo que recibí de la enfermera Rosario, que estuvo a mi lado hasta el final, cada vez que venía un dolor me aconsejaba que respirara profundo y me tocaba la columna para sentir aunque sea un poco de alivio, porque es algo muy fuerte, sentía que me iba a partir en dos.

Bueno, llegado el momento ella me dijo que me pondrían una sonda para pasarme a la sala de operaciones, algo que también duele mucho, me la pusieron y de una vez me pasaron. Estando en la sala me colocaron a nivel de la columna la anestesia raquídea, recuerdo que durante el proceso me dio un calambre en la pierna izquierda y se me levantó, me dijeron que no me preocupara que era normal. Una vez puesta la anestesia, comencé a sentir las piernas totalmente pesadas y dormidas, nunca imaginé que sentiría absolutamente todo, claro de una forma extraña pero en sí, todo lo que estaba pasando. En menos de cinco minutos escuché a mi bebé, en ese momento respiré profundo y cuando me la mostraron me grabé su carita y no podía creer que era tan grande y hermosa.

La parte más curiosa y bonita de toda esta experiencia, es que cuando entré a la sala de operaciones todo el equipo médico tenía las dianas de fondo musical, así fue que hació Kiannah, con música patriótica el 3 de noviembe a las 6:24 a.m. Es algo muy grande, indescriptible, le agradezco a Dios que ambas estamos bien y que gracias a la decisión de los médicos a tiempo, mi bebé no tuvo que pasar por la incubadora, sino que de una vez me la entregaron; estuve desde el 2 hasta el 5 de noviembre hospitalizada.

Las experiencias de las mujeres en cuanto al parto y la cesárea son todas diferentes, en mi caso tener que vivir parte del trabajo de parto para luego terminar en una cesárea fue algo muy duro, pero todo lo que nos sucede en esta vida tiene un motivo y hoy me es grato poder compartir mi experienia con ustedes. ¡Que Dios me las bendiga!

FUENTE: Marilyn Cejas de Miranda